Investigadores catalanes de la empresa privada y de la universidad han firmado un convenio para desarrollar una tecnología fotovoltaica para construir placas solares flexibles y transportables que permitan aplicar la energía solar a pequeños electrodomésticos, juguetes o incluso teléfonos móviles.
"En diez años tendremos 'gadgets' o pequeños aparatos electrónicos y electrodomésticos que funcionarán con placas solares, como juguetes, calculadoras o incluso teléfonos móviles", según ha predicho en declaraciones a Efe Ferran Soldevila, director general de investigación aplicada de Cetemmsa, un centro tecnológico catalán que trabaja en el desarrollo de placas fotovoltaicas flexibles para su aplicación a la vida diaria.
La empresa, que ha firmado un convenio con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y el Institut de Ciències Fotòniques, se ha marcado el propósito de que, a medio plazo, todos tengamos nuestra placa solar portátil, que podamos llevar enrollada en nuestro bolsillo.
Soldevila sólo encuentra beneficios a esta nueva generación de placas fotovoltaicas y ha explicado que "su flexibilidad permitirá que las carpas para espectáculos, por ejemplo, puedan tener un techo solar que las haga autosuficientes y que permitirá que puedan seguir plegándose como hasta ahora".
El director del Centro de Investigación en Nanoingeniería de la UPC, Ramón Alcubilla, no es tan optimista, cuanto menos en su aplicación en los móviles, ya que considera que "el problema de estos teléfonos es la potencia que necesitan para emitir al conectarse al receptor y esto ya es más complicado, antes podremos aplicarlo a otro tipo de electrodomésticos".
Pero como en toda investigación pionera, las dificultades a superar son numerosas, ha afirmado Alcubilla en declaraciones a Efe.
"El mayor obstáculo es el de la eficiencia, conseguir que con una superficie muy reducida seamos capaces de generar suficiente energía para que el mecanismo funcione", ha explicado Soldevila, que ha añadido que "aunque en Suiza y Estados Unidos ya se han realizado intentos, los resultados han sido insatisfactorios y demasiado caros para producir a nivel industrial".
"Porque si no es barato no interesa", en opinión de Alcubilla, que ha asegurado que algún día se podrá fabricar una placa solar con la misma velocidad con la que se imprime un documento desde un ordenador.
Según ha dicho, "las placas solares flexibles pueden estar hechas mediante materiales orgánicos que pueden diluirse y usarse como tinta y aplicar así técnicas de impresora para su fabricación".
Las placas solares fabricadas mediante química orgánica difieren de sus contemporáneas no sólo en su flexibilidad sino también en su composición, ya que mientras que las primeras se crean a base de silicio, las placas de nueva generación tienen como principal componente los polímeros, un material que se utiliza habitualmente en la fabricación de todo tipo de plásticos, como los empleados en la fabricación de automóviles.
Estos materiales permitirán fabricar placas de un grosor muy reducido, tanto que Alcubilla ha señalado que "en un futuro tendremos placas tan delgadas como un folio".
Ambos profesores coinciden que no será antes de cinco años cuando la investigación dará sus primeros frutos y que habrá que esperar otros tantos para su consumo masivo.
Tanto en la UPC como en Cetemmsa llevan más de 15 años investigando la fabricación de dispositivos electrónicos y células solares y son parte de la punta de lanza en el desarrollo de este tipo de tecnologías.
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"En diez años tendremos 'gadgets' o pequeños aparatos electrónicos y electrodomésticos que funcionarán con placas solares, como juguetes, calculadoras o incluso teléfonos móviles", según ha predicho en declaraciones a Efe Ferran Soldevila, director general de investigación aplicada de Cetemmsa, un centro tecnológico catalán que trabaja en el desarrollo de placas fotovoltaicas flexibles para su aplicación a la vida diaria.
La empresa, que ha firmado un convenio con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y el Institut de Ciències Fotòniques, se ha marcado el propósito de que, a medio plazo, todos tengamos nuestra placa solar portátil, que podamos llevar enrollada en nuestro bolsillo.
Soldevila sólo encuentra beneficios a esta nueva generación de placas fotovoltaicas y ha explicado que "su flexibilidad permitirá que las carpas para espectáculos, por ejemplo, puedan tener un techo solar que las haga autosuficientes y que permitirá que puedan seguir plegándose como hasta ahora".
El director del Centro de Investigación en Nanoingeniería de la UPC, Ramón Alcubilla, no es tan optimista, cuanto menos en su aplicación en los móviles, ya que considera que "el problema de estos teléfonos es la potencia que necesitan para emitir al conectarse al receptor y esto ya es más complicado, antes podremos aplicarlo a otro tipo de electrodomésticos".
Pero como en toda investigación pionera, las dificultades a superar son numerosas, ha afirmado Alcubilla en declaraciones a Efe.
"El mayor obstáculo es el de la eficiencia, conseguir que con una superficie muy reducida seamos capaces de generar suficiente energía para que el mecanismo funcione", ha explicado Soldevila, que ha añadido que "aunque en Suiza y Estados Unidos ya se han realizado intentos, los resultados han sido insatisfactorios y demasiado caros para producir a nivel industrial".
"Porque si no es barato no interesa", en opinión de Alcubilla, que ha asegurado que algún día se podrá fabricar una placa solar con la misma velocidad con la que se imprime un documento desde un ordenador.
Según ha dicho, "las placas solares flexibles pueden estar hechas mediante materiales orgánicos que pueden diluirse y usarse como tinta y aplicar así técnicas de impresora para su fabricación".
Las placas solares fabricadas mediante química orgánica difieren de sus contemporáneas no sólo en su flexibilidad sino también en su composición, ya que mientras que las primeras se crean a base de silicio, las placas de nueva generación tienen como principal componente los polímeros, un material que se utiliza habitualmente en la fabricación de todo tipo de plásticos, como los empleados en la fabricación de automóviles.
Estos materiales permitirán fabricar placas de un grosor muy reducido, tanto que Alcubilla ha señalado que "en un futuro tendremos placas tan delgadas como un folio".
Ambos profesores coinciden que no será antes de cinco años cuando la investigación dará sus primeros frutos y que habrá que esperar otros tantos para su consumo masivo.
Tanto en la UPC como en Cetemmsa llevan más de 15 años investigando la fabricación de dispositivos electrónicos y células solares y son parte de la punta de lanza en el desarrollo de este tipo de tecnologías.
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