El racionamiento eléctrico es una amenaza constante en Chile, especialmente ahora que la crisis está desatada y tanto el Gobierno como los organismos pertinentes buscan formas para palear esta escasez y poner freno a una situación que hace años se venía advirtiendo. Y es precisamente aquí cuando el uso de energías renovables se vuelve casi una obligación.
Por eso, Pedro Serrano, académico del Departamento de Arquitectura de la Universidad Técnica Federico Santa María, destaca que “la oferta geotérmica de Chile es una de las más grandes y generosas del planeta”, promoviendo con esto su uso en el campo de la arquitectura, pues asegura que “para eso no se requiere excavar tanto”.
Ello, considerando que el sector comercial público residencial chileno consume un 27% del total de la energía y evidentemente un buen porcentaje de ésta se consume en calefaccionar, ventilar y enfriar.
De esta forma, Serrano afirma que “cuando se habla de ingeniería y geotermia, rápidamente la conversación se dirige hacia las centrales para la producción de electricidad mediante turbinas a vapor, que utilizan agua a presión en torno a 300º C, que se vaporiza a las presiones superficiales menores y puede propulsar generadores eléctricos”.
Sin embargo, afirma que “existe un interesante campo de aplicación de la energía calórica almacenada inercialmente en la masa de los mantos más inmediatos a la superficie del suelo, la cual resulta interesante, por cuanto la temperatura de confort para toda actividad humana en los espacios de arquitectura, dependiendo básicamente de la humedad relativa y la actividad, varía entre 19°C y 25ºC. Encontrar estas temperaturas en las capas inferiores de suelo no requiere las excavaciones y prospecciones necesarias propias de la geotermia para plantas de vapor”.
Así por ejemplo, Serrano comenta que en algunas regiones del norte de Chile las diferencias de temperaturas de día y noche pueden ser de hasta 40ºC, helando durante la noche y con un sol intenso durante el día. “En ambos casos la situación queda fuera de los rangos de confort. El suelo inmediato tiende a sostener la media anual de temperaturas y es una interesante fuente energética para el control ambiental de recintos”, dice.
Del mismo modo, el Ingeniero establece que durante el invierno, en las ciudades con clima frío se requieren aguas de calefacción con una temperatura máxima de 40ºC en los radiadores o los pisos radiantes. Y “no es necesario perforar mucho para encontrar mantos de suelo o capas de agua que se acerquen a dicha temperatura, y esto puede ser una prospección interesante para la calefacción de ciudades con redes centralizadas, casi gratuitas”, destaca.
Así, el académico puntualiza que “si se aplica mayor tecnología se abren paso las bombas de calor, que con un consumo eléctrico manejable, permiten transferir calor utilizando los ciclos propios de los frigoríficos. Con esto se puede, desde un reservorio inercial subsolar, calefaccionar o también enfriar. En Canadá hay ya más de 30 mil instalaciones domiciliarias que usan este sistema”.
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