Un cable eléctrico uniendo un coche a una farola. Esta insólita estampa sintetiza la idea de transporte ecológico que propone un equipo de ex parados de la localidad alicantina de Dénia, con Manolo Micó a la cabeza. Él es uno de los responsables de AlterNatives, una 'cooperativa-concesionario' atípica.
Vende sólo ciclomotores y turismos eléctricos, y ahora propone un sistema de recarga de baterías a través de las farolas de la calle. Su negocio es, por encima de todo, vocacional. Precisamente porque, si difícil es vender coches movidos por electricidad -llevan en España desde octubre-, más lo es aún encontrar un punto de carga.
La ambición es doble. Por un lado, conseguir 'motorizar' a sus vecinos con coches sin emisiones de gases contaminantes. Por otro, "que cualquiera que tenga uno de estos vehículos, sea capaz de recargar la batería conectándolo en una toma al pie de una farola", señala Micó.
El dispositivo cuenta con una placa solar que puede girar persiguiendo la máxima radiación. Cerca de su base, enchufes como los domésticos, que pueden controlarse como un parquímetro. Introduciendo una determinada cantidad de dinero, el usuario tiene derecho a conectar su vehículo y recargar su batería.
Estas farolas han sido desarrolladas por una pequeña empresa alicantina llamada Renovae. Cuentan con una placa fotovoltaica de policristalino capaz de producir 120W/pico, baterías de gel y una bombilla de 18,36W. Aunque pueden ser autónomas, están preparadas para reengancharse a la red de la compañía eléctrica para revender la energía generada y, además de dar luz, poder abastecer a vehículos de mayor potencia con parte de la electricidad proveniente de la red convencional.
Los beneficiados serían fundamentalmente los coches Reva, los únicos que hay en el mercado español cien por cien eléctricos. Tecnología de fabricación india que apenas se distribuye en tres puntos de España: la propia tienda AlterNatives de Dénia, otra en Palma de Mallorca y una tercera en Sabadell (Barcelona), aunque fuentes de la importadora señalan que las previsiones contemplan abrir una tienda en Madrid "en los próximos tres meses".
De aspecto similar a los 'vehículos sin carné', son en realidad turismos con todas las de la ley, solo que sustituyen el depósito de combustible por una toma de cable eléctrico normal, que puede conectarse a cualquier terminal a 220V-230V.
"A los interesados hasta ahora les llama la atención su mecánica extraordinariamente sencilla": sólo dos pedales, aceleración y freno, y dos posiciones: marcha adelante y marcha atrás; no hay caja de cambios, ni tampoco existe el sonido del 'ralentí'. Cuando el coche se para, el motor entra en latencia, por lo que un semáforo en rojo supone dejar de oír cualquier ruido procedente de su desarrollo. Por descontado, las emisiones de gases son nulas.
Las baterías tienen una autonomía de unos 80 kilómetros, los mismos que, de velocidad, alcanza en una hora. No obstante, está prevista la llegada de otras de Litio que podrían aguantar hasta los 250 km. Tiene una vida útil de 1.000 ciclos (unos cinco años) y tardan en cargarse totalmente ocho horas, aunque con 120 minutos tienen suficiente para funcionar sin problemas. Además, el propio rodamiento del motor permite la regeneración de la batería, "como una dinamo".
El coche eléctrico "ha tenido relativa buena acogida en esta zona", señala Manolo Micó en relación a su uso en la comarca de la Marina Alta; él mismo es usuario de este vehículo en una zona de ciudades pequeñas con un gran número de urbanizaciones dispersas a lo largo de la costa y el monte.
Las ventas aún no son altas, pero "se interesa mucha gente de entre 45 y 65 años, que está concienciada con la Naturaleza y que ya ha pasado del coche como una necesidad de tener lo mejor, lo más grande, un capricho... frente a cosas utilizables en el día a día". Eso sí, por ahora sus clientes gozan de su propia plaza de garaje para conectarlo.
En este sentido, las farolas solares públicas "son una buena solución porque mucha gente que vive en un piso no se lo puede cargar". De hecho, el equipo de AlterNatives ya había estudiado instalar puntos de carga sin farola en determinados puntos del municipio, pero "tienes que pedir la ocupación de vía pública, pasarlo por Industria, por lo que decidimos que no".
La ventaja de las farolas es que "son elementos normales del mobiliario urbano, pueden tener cualquier aspecto que se desee y además tienen su función habitual de iluminar." La idea está estudiándose por parte de la Administración pública de la zona.
En las grandes ciudades aún se prefiere la moto eléctrica, alternativa más consolidada en forma de ciclomotor, aunque se van implantando las más grandes "entre la gente de cierta edad, a la que no le importa probar algo nuevo", asegura Gonzalo Alonso, responsable de Vectrix, fabricante de la única 'scouter' eléctrica en nuestro país. Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla son los lugares donde se pueden empezar a ver circulando estos vehículos y en los que existen incentivos fiscales para su compra y uso.
Más de 2.000 euros de ahorro al año
El precio de estos vehículos (desde unos 9.000 euros, el coche y 10.000 euros, la moto) "echa para atrás a algunos", pero hay que tener en cuenta que "los gastos de mantenimiento son mínimos", porque, en el caso del Reva, además de no haber partes de mecánica compleja, un ordenador instalado realiza un autodiagnóstico, cuyos resultados se pueden descargar en cualquier PDA. "El coche te dice cómo está o qué le pasa".
Por otro lado, existen ventajas fiscales en matriculación, impuesto de vehículos, y subvenciones a la compra. Ahorros que se suman al evidente en combustible. La empresa que los importa en España ha calculado [ver estudio en PDF] que tener un Reva supone un ahorro de hasta 2.122 euros al año frente a un coche Diesel. A esto se suman las restricciones que se aplican o estudian en ciudades de Europa para el acceso a sus núcleos por motivos de contaminación, como es el caso de Madrid.
vía>>
Vende sólo ciclomotores y turismos eléctricos, y ahora propone un sistema de recarga de baterías a través de las farolas de la calle. Su negocio es, por encima de todo, vocacional. Precisamente porque, si difícil es vender coches movidos por electricidad -llevan en España desde octubre-, más lo es aún encontrar un punto de carga.
La ambición es doble. Por un lado, conseguir 'motorizar' a sus vecinos con coches sin emisiones de gases contaminantes. Por otro, "que cualquiera que tenga uno de estos vehículos, sea capaz de recargar la batería conectándolo en una toma al pie de una farola", señala Micó.
El dispositivo cuenta con una placa solar que puede girar persiguiendo la máxima radiación. Cerca de su base, enchufes como los domésticos, que pueden controlarse como un parquímetro. Introduciendo una determinada cantidad de dinero, el usuario tiene derecho a conectar su vehículo y recargar su batería.
Estas farolas han sido desarrolladas por una pequeña empresa alicantina llamada Renovae. Cuentan con una placa fotovoltaica de policristalino capaz de producir 120W/pico, baterías de gel y una bombilla de 18,36W. Aunque pueden ser autónomas, están preparadas para reengancharse a la red de la compañía eléctrica para revender la energía generada y, además de dar luz, poder abastecer a vehículos de mayor potencia con parte de la electricidad proveniente de la red convencional.
Los beneficiados serían fundamentalmente los coches Reva, los únicos que hay en el mercado español cien por cien eléctricos. Tecnología de fabricación india que apenas se distribuye en tres puntos de España: la propia tienda AlterNatives de Dénia, otra en Palma de Mallorca y una tercera en Sabadell (Barcelona), aunque fuentes de la importadora señalan que las previsiones contemplan abrir una tienda en Madrid "en los próximos tres meses".
De aspecto similar a los 'vehículos sin carné', son en realidad turismos con todas las de la ley, solo que sustituyen el depósito de combustible por una toma de cable eléctrico normal, que puede conectarse a cualquier terminal a 220V-230V.
"A los interesados hasta ahora les llama la atención su mecánica extraordinariamente sencilla": sólo dos pedales, aceleración y freno, y dos posiciones: marcha adelante y marcha atrás; no hay caja de cambios, ni tampoco existe el sonido del 'ralentí'. Cuando el coche se para, el motor entra en latencia, por lo que un semáforo en rojo supone dejar de oír cualquier ruido procedente de su desarrollo. Por descontado, las emisiones de gases son nulas.
Las baterías tienen una autonomía de unos 80 kilómetros, los mismos que, de velocidad, alcanza en una hora. No obstante, está prevista la llegada de otras de Litio que podrían aguantar hasta los 250 km. Tiene una vida útil de 1.000 ciclos (unos cinco años) y tardan en cargarse totalmente ocho horas, aunque con 120 minutos tienen suficiente para funcionar sin problemas. Además, el propio rodamiento del motor permite la regeneración de la batería, "como una dinamo".
El coche eléctrico "ha tenido relativa buena acogida en esta zona", señala Manolo Micó en relación a su uso en la comarca de la Marina Alta; él mismo es usuario de este vehículo en una zona de ciudades pequeñas con un gran número de urbanizaciones dispersas a lo largo de la costa y el monte.
Las ventas aún no son altas, pero "se interesa mucha gente de entre 45 y 65 años, que está concienciada con la Naturaleza y que ya ha pasado del coche como una necesidad de tener lo mejor, lo más grande, un capricho... frente a cosas utilizables en el día a día". Eso sí, por ahora sus clientes gozan de su propia plaza de garaje para conectarlo.
En este sentido, las farolas solares públicas "son una buena solución porque mucha gente que vive en un piso no se lo puede cargar". De hecho, el equipo de AlterNatives ya había estudiado instalar puntos de carga sin farola en determinados puntos del municipio, pero "tienes que pedir la ocupación de vía pública, pasarlo por Industria, por lo que decidimos que no".
La ventaja de las farolas es que "son elementos normales del mobiliario urbano, pueden tener cualquier aspecto que se desee y además tienen su función habitual de iluminar." La idea está estudiándose por parte de la Administración pública de la zona.
En las grandes ciudades aún se prefiere la moto eléctrica, alternativa más consolidada en forma de ciclomotor, aunque se van implantando las más grandes "entre la gente de cierta edad, a la que no le importa probar algo nuevo", asegura Gonzalo Alonso, responsable de Vectrix, fabricante de la única 'scouter' eléctrica en nuestro país. Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla son los lugares donde se pueden empezar a ver circulando estos vehículos y en los que existen incentivos fiscales para su compra y uso.
Más de 2.000 euros de ahorro al año
El precio de estos vehículos (desde unos 9.000 euros, el coche y 10.000 euros, la moto) "echa para atrás a algunos", pero hay que tener en cuenta que "los gastos de mantenimiento son mínimos", porque, en el caso del Reva, además de no haber partes de mecánica compleja, un ordenador instalado realiza un autodiagnóstico, cuyos resultados se pueden descargar en cualquier PDA. "El coche te dice cómo está o qué le pasa".
Por otro lado, existen ventajas fiscales en matriculación, impuesto de vehículos, y subvenciones a la compra. Ahorros que se suman al evidente en combustible. La empresa que los importa en España ha calculado [ver estudio en PDF] que tener un Reva supone un ahorro de hasta 2.122 euros al año frente a un coche Diesel. A esto se suman las restricciones que se aplican o estudian en ciudades de Europa para el acceso a sus núcleos por motivos de contaminación, como es el caso de Madrid.
vía>>